EL VERDADERO CAMINO HACIA LA LIBERTAD EN YOGA
Exploramos los cuatro estadios de la práctica y cómo āsana y prāṇāyāma conducen, paso a paso, a la integración total del ser y a la experiencia del alma.
En la culminación del yoga tiene lugar la liberación de las ataduras del cuerpo. Mucha gente piensa que puede conseguir esto con sólo la meditación, actuando sin conexión con el cuerpo. Sin embargo, sólo el que practica puede averiguar si la sensación en meditación es de aislamiento, de soledad absoluta o bien de plenitud.
Yo afirmo que se ha de avanzar mediante la práctica de āsana y prāṇāyāma, y por eso algunos me llaman gimnasta físico del yoga; ¡como si yo no insistiera una y otra vez en que el objetivo del yoga es la visión del alma! Mediante la ejecución de āsanas implico a la totalidad de mi ser y hallo unidad de cuerpo, mente y alma. Para mí esto es meditación activa.
Si bien āsana es descrito en ocasiones como gimnasia física, se trata de una descripción errónea, porque āsana significa hacer una postura y, una vez en ella, reflexionar y reposar. Āsana no es simplemente ejercicio. Se ha de vigilar que las fibras de la piel se encuentren exactamente paralelas a las fibras de la carne, de forma que la acción y la cognición se reúnan y la mente pueda sentir que hay yoga, o contacto.
Yoga significa unión o conexión. Si la mente, mediante el órgano perceptivo de la piel, no siente que estamos presentes en el āsana, entonces se trata de algo puramente físico.
Los Cuatro Estadios de la Práctica del Yoga
Para entender esto con más claridad podemos tomar en consideración los cuatro estadios de la práctica del yoga, que aparecen descritos en los textos antiguos. El Haṭha Yoga Pradīpikā, el Śiva Samhitā (otro texto importante de haṭha yoga) y el mismo Patañjali hablan todos de los cuatro tipos de practicantes de yoga.
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Āraṁbhāvasthā: El estado del comienzo
En un principiante, la mente irá siempre por la superficie, que es el cuerpo físico. En esta fase se ha de trabajar dhāraṇā, o la concentración. La mente está completamente desmembrada; no sabemos qué hacer. Por ello, instruimos en la percepción consciente de las distintas partes del cuerpo: primero nos fijamos en el pie, luego en el tobillo, conectamos el tobillo con el pie, más tarde en la rodilla, y así sucesivamente hasta recorrer todo el cuerpo.
De este modo, mediante la enseñanza de āsanas, llevamos la inmensidad y multiplicidad de la inteligencia de un estado de concentración dividida a uno de concentración única. Sin embargo, aún estamos operando en el nivel superficial del cuerpo físico.
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Ghaṭāvasthā: El estado del cuerpo
En esta fase, la mente comienza a sentir la acción. Al principio pedíamos al alumno que simplemente llevara la mente a diferentes partes del cuerpo; ahora le pedimos:
«Siente la mente mientras haces. ¿La mente se mueve contigo, o solo observa?»
En esta segunda fase le indicamos:
«¡Vete con la mente! ¡Deja que el dedo se vaya también con la mente! ¡Deja que la rodilla actúe con la mente!»
Existe una gran diferencia entre llevar la mente a las diferentes partes del cuerpo mientras se mueven y pedirle a la mente que se mueva con el cuerpo. En esta fase, pasamos de percibir el cuerpo en partes aisladas a percibirlo como un todo a través de la mente.
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Parichayāvasthā: Familiaridad o estado de conocimiento íntimo
Aquí, la inteligencia se familiariza con el cuerpo. De la misma forma que dos personas son presentadas por un tercero, en esta fase la mente presenta el cuerpo a la inteligencia.
La mente dice a la inteligencia:
«Fíjate en lo que está ocurriendo aquí. Te presento a mi rodilla. Te presento a mi tobillo. Te presento a mis brazos.»
Este proceso se llama parichayāvasthā, familiaridad: poner en contacto, a través de la mente, a la inteligencia con el cuerpo. Una vez nos hemos familiarizado con él, la mente desaparece y el cuerpo y la inteligencia se vuelven uno.
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Niṣpattyavasthā: El estado de perfección o madurez
En este último estadio, la inteligencia siente la unidad entre la carne y la piel. En este punto, el sí-mismo (ātman) se hace presente y dice:
«¡Mira lo que he hecho! ¡Ven a ver!»
Para entonces, cuerpo, mente, inteligencia y sí-mismo fluyen en la ejecución del āsana. Aquí es cuando se produce la liberación respecto del cuerpo. Se experimenta un estado en el que todo fluye en la misma velocidad y en la misma dirección.
Patañjali dice en el capítulo tercero que el cuerpo del yogui ha de moverse con la misma rapidez que su alma.
La Importancia de No Omitir los Primeros Estadios
Si nos olvidamos del cuerpo antes de recorrer los primeros estadios, nunca alcanzaremos la liberación. Este es el error de muchos que intentan llegar a la iluminación sin haber recorrido el camino necesario.
Sin haber conocido lo finito, ¿cómo vamos a entrar en contacto con lo infinito?
(Fuente: Luz sobre la Vida, BKS Iyengar)
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